Todos los órganos del cuerpo están constituidos por células. Normalmente las células se dividen para producir más células solo cuando el cuerpo las necesita. Este proceso ordenado es el que permite el equilibrio vital.
Si las células se siguen dividiendo cuando no son necesarias, se forma un tejido. Esta masa de tejido adicional, o crecimiento o tumor, puede ser benigno o maligno.
Los tumores benignos no son cancerígenos. Se pueden extraer y generalmente no vuelven. Lo más importante es que los tumores benignos no se extienden a otras partes del cuerpo. Los tumores benignos raramente ponen en riesgo la vida.
Los tumores malignos son cáncer. Las células cancerosas invaden y dañan tejidos y órganos vecinos. Además, las células cancerosas pueden salir del tumor maligno y entrar en la corriente sanguínea o en el sistema linfático.
La patología se designa como neoplasia, término que significa “crecimiento nuevo” y describe a una masa tisular anormal que se extiende más allá de las fronteras del tejido sano, no cumpliendo, por lo tanto, la función normal de las células del tejido normal respectivo.